domingo, 11 de enero de 2015

Características de la Educación

Notas características, enumerándolas y explicando cada una de ellas (cfr. Ferrández y Sarramona, 1985; Castillejo Brull, 1983; Sanvisens Marfull, 1.987; García Aretio, 1.989; Casares García, 1990). Las más comunes son las siguientes:



1.- Perfeccionamiento.- Educar es hacer a la persona mejor de lo que es. El ser humano nace inacabado: la educación desarrolla nuestras facultades potenciales y las actualiza, es decir, nos coloca en situación de pasar de la potencia al acto. La educación crea hábitos positivos y neutraliza los negativos. Educar es optimizar: llevar del estado real al ideal, de acuerdo con las propias capacidades y con los planteamientos socio-histórico-culturales. Exige de quien educa, considerar y definir qué es lo óptimo.

2.- Finalidad.- La idea de perfeccionamiento exige plantearse qué es lo que se desea alcanzar: qué es lo bueno, lo mejor, lo más perfecto, lo óptimo, el estado definitivo al que deseamos aproximamos. La educación pretende la realización del ser humano: que llegue a ser lo que puede y debe ser, que alcance su plenitud. Y ello se define a partir "de un cuadro axiológico que hace deseable el fin propuesto y constituye la base que orienta el proceso educativo" (Casares García, 1990). Se entiende por axiología a la teoría general de los valores que trata de determinar la naturaleza y carácter de los valores y de los juicios de valor. Valor.- "Aquello que todos pretenden, lo que rompe su indiferencia y les mueve a obrar" (Marín, 1990:172).

La subjetividad en la opción por lo axiológico hace que no haya unanimidad en la elección de los objetivos de la educación: "la opinión en torno a su determinación no es unánime, así como tampoco la prioridad de unos sobre otros en torno a la consecución de la perfección humana. No obstante, una realidad ha estado siempre patente: no se puede educar sin finalidad. Se podrá discutir si los fines los determina el Estado, la familia o el mismo sujeto; si lo biológico precede a lo espiritual, o a la inversa; si fundamentalmente la educación es individual o social, si la finalidad radica en el sujeto o fuera de él, etc. De lo que no cabe discusión alguna es del sentido teleológico de la educación, sea éste cual sea. La historia nos enseña cómo a través de los siglos unas finalidades han prevalecido sobre otras, unos valores sobre otros. La filosofía dominante, el poder político en turno, las creencias religiosas, etc., han sido siempre y son elementos históricos condicionantes de la teleología educativa" (Gervilla Castillo, 1987: 333).

3.- Intencionalidad.- Hablar de finalidad hace presuponer un propósito de alcanzarla, y un propósito es siempre deliberado y consciente, es decir: intencional. La presencia de finalidades nos mueve a buscar los métodos y los medios necesarios para alcanzarlas. La educación se planifica porque deseamos conseguir el fin propuesto. Por tanto, el proceso educativo no es involuntario, sino deliberado, intencional. Ello distingue la educación de la mera evolución psicofísica y nos la define como artificio que transforma en cierto sentido la naturaleza humana, en este sentido, la educación "es algo que se adquiere y con lo que no se nace; algo que no se puede confundir con la naturaleza del hombre" (Castillejo, 1.978: 17). La intención debería ser compartida por educador y educando lo que supone consenso, comprensión y/o aceptación de los fines y la búsqueda de los medios por parte de ambos. "Rigurosamente, la intencionalidad reside en el sujeto que se educa y en los primeros estadios de la vida no puede haberla. Esta, entonces, es suplida por el educador y progresivamente debe ir adquiriéndola el sujeto, a medida que se hace presente lo que antes no era perceptible" (Castillejo, 1.978: 21).

4.- Humanidad.- La educación es una actividad humana cuyo destinatario es la propia persona. Se dirige a la totalidad del ser humano pero, sobre todo, el rasgo "humanidad" se refiere a aspectos intelectuales y volitivos, racionalidad y voluntad. La humanidad de la educación viene dada, además, por el hecho de ser consciente propio de la educación misma: yo sé que educo como puedo y también tengo derecho a saber que se me educa. Esta conciencia de lo educativo está vinculada a lo teleológico y a lo intencional, situando a la educación por encima de lo meramente biológico y de lo meramente ambiental. Por último, la educación tiene presente la dignidad de la persona, el respeto que, en cuanto persona, se le debe a cada ser humano: un acto que persiga una finalidad educativa, pero que recurre, por ejemplo, a la violencia, no es educativo porque no trata al educando como su dignidad humana exige (también cabría cuestionar la humanidad del educador), porque indirectamente, del modo de educar también se aprende y, en este caso, puede que se esté enseñando a la persona a ser pusilánime, resentida o violenta, lo cual no la hace más humana, ni mejor, ni más perfecta y, por lo tanto, ni siquiera es deseable como finalidad educativa.

5.- Influencia.- Tal como dejaba entrever el sentido etimológico de "educare", la educación es influencia porque supone acción de una persona sobre otra que experimenta los efectos de esa intervención. Ahora bien, no toda influencia es educación, por ello, como ya hemos señalado, el educando, debe tener conciencia tanto de la finalidad que se persigue, como del tipo de intervención y las consecuencias que tendrá todo ello para el educando, y estar de acuerdo con lo uno y con lo otro.



6.- Integralidad.- El ser humano es un todo integrado, una unidad, y es el ser humano a quien se educa, la educación debe dirigirse a perfeccionar la totalidad de sus dimensiones (física, intelectual, social, moral, afectiva...). Cuando hablamos de integralidad queremos decir, pues, que la educación debe afectar a las dimensiones de la persona, es decir: la educación debe ser integral. Es necesario cultivar saberes, incrementar el bagaje cultural y la preparación técnica de la persona; pero a éstos deben unirse otros objetivos para que la educación sea integral.

7.- Actividad.- La educación implica acción. En cuanto proceso, deben concurrir en ella la actividad del educador y la actividad del educando; lo activo tiene, pues, un doble sentido:

- Atendiendo a la función del educador, que trata de influir sobre otros y favorecer en ellos procesos perfectivos sistematizados, es decir, estructurando en ellos ideas, necesidades, actitudes, etc., para presentarlas de modo ordenado y coherente. Ello está en relación con el diseño de una programación de aula propia que abarca desde el establecimiento de objetivos, contenidos, actividades, temporalización, medios, y evaluación, hasta el feed-back que revisa todo el proceso.

- Atendiendo a la función del educando, éste no solo recibe informaciones, sino que las decodifica, las clasifica, establece relaciones con informaciones previas, las aplica, en definitiva, las integra activamente en una estructura personal

8.- Proceso gradual.- La educación, como se ha señalado, pone en juego la dinámica proceso/producto, de tal manera que cada producto que se obtiene es un eslabón en la cadena. También se alude aquí a la necesidad de presentar los contenidos de instrucción de lo fácil a lo difícil, de lo particular a lo general, de las estructuras simples a las complejas, de la realidad próxima a la remota.

9.- Socialización.- El hombre es un ser que vive en sociedad. Los grupos sociales (nación, estado, familia, iglesias...) tratan de transmitir su cultura (lenguaje, costumbres, creencias, normas de conducta, conocimientos, habilidades...) a sus miembros. En este sentido, la educación es socialización. Este proceso salvaguarda la identidad del grupo y adapta al individuo para que viva en él estableciendo relaciones satisfactorias con sus semejantes y participando como miembro activo y productivo.

10.- Continuidad.- La educación es un proceso permanente. Si a través de ella buscamos el perfeccionamiento de las personas, mientras exista la posibilidad de mejora en el individuo, puede y debe haber educación. Puesto que el hombre está permanentemente inacabado, la educación puede abordar todas las etapas de su vida.





11.- Autorrealización.- La educación conduce al hombre a su propia autonomía. Una vez alcanzado cierto grado de madurez, la persona, a partir de sus necesidades e intereses traza sus propias finalidades educativas, busca los medios para alcanzarlas, se aproxima al ideal decidido por sí misma...: se ha convertido en su propio educador. Se podría decir que la persona ha dado el paso de la dependencia a la independencia, de la rigidez al proceso de cambio que ha deseado, elegido y al que ha dado sentido perfectivo, tratando de favorecer su desarrollo integral.

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